Lejía para jabones
LEJIA PARA JABONES.
Para realizar un jabón mediante el proceso en frío lo primero que tenemos que preparar es la lejía. Esta se obtiene mediante la mezcla de agua y sosa. Pesamos cuidadosamente la sosa en un recipiente y el agua en otro y añadimos el primero poco a poco sobre el segundo, removiendo lentamente con cuidado de no salpicar.
Para realizar un jabón mediante el proceso en frío lo primero que tenemos que preparar es la lejía. Esta se obtiene mediante la mezcla de agua y sosa. Pesamos cuidadosamente la sosa en un recipiente y el agua en otro y añadimos el primero poco a poco sobre el segundo, removiendo lentamente con cuidado de no salpicar.
El agua alcanzará gran temperatura en cuestión de segundos. Es por esto importante que la temperatura de partida del agua sea baja ya que si está caliente puede llegar a hervir y salpicar la lejía. Incluso, si queremos que no suba mucho la temperatura, podemos congelar en cubitos previamente el agua, infusión, zumo o el ingrediente líquido que le queramos añadir. Una vez mezclados, la lejía tiene un aspecto blanquecino un poco turbio. La dejamos reposar hasta que se vuelva totalmente transparente.
Cuando hablamos de lejía y de jabones nos estamos siempre refiriendo a la solución de sosa o potasa cáusticas. La lejía cáustica es el ingrediente peligroso de la elaboración del jabón. Puede producir quemaduras si entra en contacto con la piel. Por esto hay que protegerse con guantes y con gafas cuando la manipulamos.
Cuando mezclamos el agua y el álcali (sosa ) se produce calor por la reacción. Por eso es conveniente que el agua utilizada esté fría. También es conveniente que vertamos el álcali sobre el agua ya que de hacerlo al revés puede hervir violentamente y salpicar.
El agua debe ser destilada para que diluya completamente el álcali. Este álcali debe de ser lo más puro posible y al diluirse no sedimentar. O sea, que no deben quedar restos sólidos.
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