Cuando algo duele ....
Hoy después de casi 4 días sin salir a la calle, por fin he salido. Con un catarrazo tonto, que no gripe ( creo ) porque yo soy poco de ir al médico, de dolor de garganta, que casi no podía tragar ( que aún tengo pero bastante menos ) dolor de cabeza y fase de mocos. He pasado por esa fase de no tener ganas de hacer nada pero a la vez estar cansada de no hacer nada. Se me ha quedado el culo plano ( mira oye igual me ha venido bien y todo jaja ) de ir de la silla al sofa y viceversa y luego a la cama.
Hoy os cuento que dentro de pocos días mi marido tendrá unos días de vacaciones y por fin después de más de 3 años podemos ir al pueblo y sin embargo …… no tengo ganas……. no puedo creer que esté diciendo esto pero es así.
Pienso en las 8 horas de viaje y se me hace eterno, pienso en que la casa está cerrada desde hace 3 largos años y no se como me la voy a encontrar y se me hace una montaña, pienso en que los días son cortos para aprovecharlos en la calle y me da pereza. Pienso en que va a hacer mucho frío… Excusas, excusas, excusas.
Cuando hablo de pueblo, me refiero a pueblo, o sea de 100 habitantes + o - ? puede que sean ahora.
Pienso en el silencio y en la soledad de los campos ….. pienso en las calles vacias….. y me da pena…..
Por qué ?
Supongo que porque es de otra manera como quiero recordarlo….. como quiero vivirlo.
Y eso no es posible.
No es posible de ninguna de las maneras. Porque hay mucha gente que ya no está y porque las cosas cambian, porque todo es diferente porque ya nada es igual.
Recuerdo los útimos veranos que he ido, después de haber muerto mi madre, el último si no recuerdo mal en el 2009, con mi hermano y su entonces mujer,mi sobrino, mi hija y una amiga. Aunque tampoco fue un buen verano para ninguno de los 2 porque yo recibí la noticia de la muerte de una persona muy querida y él al poco tiempo se separó. Pero allí estuvimos, todos juntos.
Independientemente de eso, el pueblo tiene otro sentimiento, otro olor, otra alegría en verano. En las fiestas, en las calles, lleno de gente que solo van una vez al año, en verano. En la piscina, en el pantano, en los campos amarillos de trigo, en las puertas de las casas con las sillas fuera, la gente hablando hasta media noche, las risas. En la música de la orquesta que toca en la plaza y que se oye a través de las ventanas abiertas por el calor de la noche. En las siestas.
Después, por trabajo, dejé de poder ir en verano. Volvimos por última vez en noviembre y ya todo dejó de ser igual. Es como si algo se me hubiera roto por dentro y trato de entender porque no quiero volver si no es en verano.
Y es que me duele, me duele tanto.
Me duele saber que hice una promesa hace muchos años y que no he cumplido, que pensé que sería más facil, que no dolería tanto y quizás lo sea pero no lo he intentado lo suficiente.
Solo espero que esa persona me perdone: era mi madre.
Creo que estoy siendo muy cobarde.
...muy sentidas tus palabras...
ResponderEliminarUn momento de bajón de esos que le dan a uno de vez en cuando....
EliminarHola! Llegué a tu blog buscando una información sobre la benzoína, ya que a pesar del tiempo que llevo haciendo jabones artesanales (más de 10 años) nunca la he usado y me suscita dudas ya que la tengo en tintura alcohólica. El caso es que he leído algunas cosas que dices de tu pueblo, y este post concretamente.
ResponderEliminarYo soy de un pueblo. Lo que comentas que veías en tu infancia durante las vacaciones, yo lo viví a diario cuando era niño. Como dices, un tipo de vida quizá más duro, más difícil... pero para los que lo experimentamos, también más auténtico, más pleno. En mi caso sí había agua en las casas, pero no cuarto de baño (en ninguna) ni farolas o calles asfaltadas. Ahora vivo en Madrid. Nada que ver con aquellos tiempos. El pueblo también ha cambiado. A mi me sigue encantando ir, pero también he tenido, últimamente, cierta sensación de amargura. Muchas casas cerradas ya. Otras que se caen. El viento cada vez más solitario corriendo por entre las calles. Personas que faltan ya para siempre... es difícil. Y creo saber porqué. Allí, en el pueblo, nos confrontamos con el cambio cara a cara. Sin engaños. Aquí, en las ciudades, muchas y variadas cosas nos distraen y hacen que olvidemos. Sin embargo el cambio está ahí, queramos o no. Todo es cambio. La vida es cambio, transformación y evolución. Pero es difícil a veces aceptarlo y llegar a comprenderlo. Saludos y felicidades por tan bello blog.