Segunda oportunidad

Algunos fueron unos jabones feos.

Otros fueron usados y los pequeños trozos que quedaron de ellos se dejaron de lado porque ya nadie los quería.

Algunos incluso habían sido unos jabones muy bonitos, pero llevaban tanto tiempo encerrrados en su caja viendo el tiempo pasar, que creyeron que nunca más iban a seguir viviendo.
Por eso todos ellos se merecían una segunda oportunidad.

Un buen día se reunieron todos y lo hablaron. Al acabar la conversación se fundieron en un abrazo al calor de una hoguera y se convirtieron en flor.

Ahora, con su nueva forma suavizan manos, acarician rostros, dan olor a los armarios y el más atrevido hasta platos ha fregado. 

Son jabones refundidos que como en la vida, tambien merecen su segunda oportunidad. 




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