Girasoles y Jabones

 Corría finales del mes de agosto del año .... 73? 76? o quizás 80? No importa el año porque el final del verano siempre se repetía.

Un coche atravesaba la plaza del pueblo y emprendía camino de regreso a la normalidad ( bonita palabra hoy en día ) de la vida cotidiana.

Dentro una niña con ojos llorosos evitaba mirar hacia atrás para que nadie pudiera ver que se iba llorando.

Pero antes de llegar al cruce que dejaría atrás la vista de la última casa, el conductor detenía el coche.

A un lado de la carretera impresionantes campos de girasoles tan amarillos que dolía la vista con solo mirarlos. La niña bajaba del coche y corría entre ellos para ver cual era el más grande. Luego arrancaba el elegido y subía al coche con su trofeo en la mano.

El recuerdo de su fin del verano. Una especie de manera de llevarte algo, de intentar alargar los días vividos.


Foto de Todd Trapani en Pexels


Durante el viaje, que duraba bastantes horas, no soltaba el girasol mientras iba comiendo las pipas que sabían a recuerdos.

Con los días el girasol acabaría secándose a medio comer, en algún estante de la cocina, dando por finalizado así los recuerdos de un verano, que se repetiría año tras año y de la misma manera durante toda mi niñez.

Y es que detrás de cada uno de los jabones que hago siempre hay una historia, una imagen, una canción,un viaje o un recuerdo.

Nunca había utilizado el aceite de girasol en mis jabones, pero creo que me va a gustar tanto como contar historias.

Es una receta muy simple, porque si me conocéis sabréis que la frase "menos es más" la aplico tanto a mis jabones como a la mayor parte de mi vida.

ACEITE DE OLIVA   265gr

ACEITE DE COCO    118gr

ACEITE DE GIRASOL   88gr

CERA DE ABEJA   29gr


AGUA 169gr

SOSA  66gr


Pues ahí está, recién cortado








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